Por Ángel Paniagua Tarancón
Estudiante de bachillerato,Colegio Internacional Altair (Madrid)
II Concurso «Mejor entrada» del Blog Derecho y Cultura-UAM
Estudiante de bachillerato,Colegio Internacional Altair (Madrid)
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La ceguera blanca, esta enfermedad que se expande de manera fulminante entre la población, no surge sin otro motivo que el de examinar y poner a prueba cómo somos todos en realidad. Los ciegos necesitan de la ayuda y de la solidaridad de todos y en su lugar todo el mundo les da la espalda, empezando por el propio Estado, pasando por las autoridades y llegando hasta ser discriminados entre ellos mismos.
En sí misma la historia constituye una reflexión sobre los principios básicos del género humano; en primer lugar el miedo ante las adversidades desconocidas, en segundo lugar la necesidad de sobrevivir como único y primordial objetivo y en tercer lugar la capacidad de sobreponerse y de sacrificarse.
Cualquier persona tiene miedo ante lo nuevo y lo desconocido y en nuestra naturaleza está impresa la desconfianza que nos hace temer al cambio. Para todos en estas circunstancias existen dos tipos de reacciones, la de aislar el cambio o la de intentar adaptarse a las nuevas circunstancias, aunque la mayoría de nosotros elige el primer camino, negando la existencia de esa nueva realidad; el segundo es más difícil por lo que solo existe una minoría que lo practica, ya que superar retos conlleva complicaciones y esfuerzos.
En cuanto al segundo principio, es universal, todo el mundo se mueve por él pero, como en todo, existen dos vías, la vía del diálogo y la de la fuerza bruta. Ya que nadie niega que somos animales con raciocinio, se debería uno dejar llevar por lo que su razón le dicte, pero ante situaciones extremas la vía más cómoda y primaria de actuar es la violencia, apartando de nosotros esa razón que nos hace ser humanos.
Respecto al tercer principio, es el que la mayoría de la gente olvida, el principio de abnegación, solidaridad y compañerismo, en el que todos deberíamos estar involucrados, ya que somos seres que vivimos en sociedad, todos debemos colaborar para que ésta sea satisfactoria.
En conclusión podemos interpretar que los humanos somos simplemente una imagen y que en el interior existe esa «bestia» que cuando estamos en peligro emerge para lograr sobrevivir de la mejor manera posible.
En sí misma la historia constituye una reflexión sobre los principios básicos del género humano; en primer lugar el miedo ante las adversidades desconocidas, en segundo lugar la necesidad de sobrevivir como único y primordial objetivo y en tercer lugar la capacidad de sobreponerse y de sacrificarse.
Cualquier persona tiene miedo ante lo nuevo y lo desconocido y en nuestra naturaleza está impresa la desconfianza que nos hace temer al cambio. Para todos en estas circunstancias existen dos tipos de reacciones, la de aislar el cambio o la de intentar adaptarse a las nuevas circunstancias, aunque la mayoría de nosotros elige el primer camino, negando la existencia de esa nueva realidad; el segundo es más difícil por lo que solo existe una minoría que lo practica, ya que superar retos conlleva complicaciones y esfuerzos.
En cuanto al segundo principio, es universal, todo el mundo se mueve por él pero, como en todo, existen dos vías, la vía del diálogo y la de la fuerza bruta. Ya que nadie niega que somos animales con raciocinio, se debería uno dejar llevar por lo que su razón le dicte, pero ante situaciones extremas la vía más cómoda y primaria de actuar es la violencia, apartando de nosotros esa razón que nos hace ser humanos.
Respecto al tercer principio, es el que la mayoría de la gente olvida, el principio de abnegación, solidaridad y compañerismo, en el que todos deberíamos estar involucrados, ya que somos seres que vivimos en sociedad, todos debemos colaborar para que ésta sea satisfactoria.
En conclusión podemos interpretar que los humanos somos simplemente una imagen y que en el interior existe esa «bestia» que cuando estamos en peligro emerge para lograr sobrevivir de la mejor manera posible.
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