jueves, 3 de marzo de 2011

Repensar el vínculo entre Derecho y Cultura desde el diálogo filosófico

Por Valerio Rocco Lozano
Doctorando e Investigador Contratado FPI-MICINN, Departamento de Filosofía - UAM
Concurso "Mejor entrada" del Blog Derecho y Cultura-UAM

El mundo del derecho y el de la cultura parecen relativamente distantes. El propio fin de este blog, “fomentar la cultura y sus relaciones con el derecho y la política”, es una prueba de ello. Esta impresión quizás se deba a que la esfera jurídica, a pesar de sus ramificaciones y especializaciones, parece bastante circunscrita, delimitada, definida. En cambio, el mundo de la cultura ha visto difuminar sus fronteras y confundir su imagen hasta el punto de que, a menudo, se produce el sinsentido de que determinados actores, cantantes o toreros lleguen a presentarse como portavoces (y casi arquetipos) de un presunto mundo de la cultura, identificado a veces con la expresión “los artistas”. Es necesario volver a pensar qué se entiende por cultura, antes de determinar las relaciones de esta esfera con el derecho o cualquier otra disciplina. Definir unívocamente un concepto central para enteras ciencias como la antropología o la sociología es sencillamente imposible, pero al mismo tiempo necesitamos volver a reflexionar sobre este término que, desde los periódicos a los nombres de los Ministerios, impregna nuestra vida diaria. Para ello puede ser útil acudir a la etimología: “cultura” en latín es un neutro plurar que se refiere a aquellas cosas que van a ser cultivadas, y al mismo tiempo, adoradas, en virtud del doble significado del verbo colo. El significado primigenio del colere, del cultivar como actividad agrícola, se conserva en nuestra agri-cultura, como demuestra el magnífico poema de Schiller, Das eleusische Fest, en el que la diosa Ceres domestica las rudas costumbres humanas.

Esta procedenciEspigadoras de Milleta agraria subyace a la actual acepción de cultura en los significados del esfuerzo y del crecimiento. La cultura consiste en el esfuerzo que hace crecer, ante todo a sí mismo –en el sentido estoico del cultivo de sí–, pero también a la sociedad en la que se está inmerso. Es el esfuerzo que puede verse en Las espigadoras de Millet, uno de los cuadros que más impresionaron al joven Van Gogh.

Para rastrear conexiones con el derecho, quizá sea fructífero acudir a otra familia lingüística, la germánica, y a una tradición filosófica, la idealista, que ha pensado intensamente Falso movimientoestas relaciones. En concreto, Hegel ha vinculado muy estrechamente los conceptos de derecho y cultura, entendida esta última en el sentido de “Bildung”. Esta palabra, traducida a menudo como formación, remite a la palabra “Bild”, que además de ser, a pesar de su sensacionalismo (o quizás precisamente por ello) el nombre del periódico más leído de Europa y el tercero del mundo, significa “imagen”: la cultura como “Bildung” es “imaginación”, la formación de imágenes. Las novelas de formación de la literatura clásica alemana, como el Wilhelm Meister de Goethe –magníficamente reinterpretado por Wim Wenders en su película Falso movimiento–, son Bildungsromäne tanto porque presentan el iter formativo de un individuo como porque lo hacen creando imágenes con valor ejemplar.

Pues bien, en esa gran novela filosófica que es la Fenomenología del Espíritu de Hegel, el derecho y la “Bildung” están fuertemente conectados, hasta el punto de que podría decirse que esta última nace del primero. En efecto, Hegel presenta “la condición jurídica” como ese mundo en el que la bella armonía entre individuo y polis, propia de la vida ética griega, se disuelve en la dureza del mundo romano, donde los súbditos son sometidos al dominio del EmpeHegelrador (“el único Señor del Mundo”) precisamente a través de los lazos del derecho. El mundo del derecho nace simbólicamente en Roma, con las grandes sistematizaciones del derecho romano, y su irrupción provoca dolor y sufrimiento, detrás de los cuales se esconde, sin embargo, la promesa de un gran avance, de la mayor de las conquistas: la libertad individual, implícita ya en el concepto jurídico-romano de persona. Pues bien, para Hegel, la cultura, la Bildung, es ese proceso a través del cual el individuo se da cuenta de que el mundo jurídico, institucional, tradicional, por el que se ve aplastado y dominado desde su nacimiento, no es sino un producto de su propia conciencia. La cultura es, en el camino fenomenológico hegeliano, la “digestión” del mundo del derecho, su asimilación y apropiación por parte del sujeto. Por lo tanto, como se ve, la filosofía (y no sólo la hegeliana: piénsese por ejemplo en el vínculo entre la “teoría del derecho” y la “metafísica de las costumbres” kantianas) puede intentar fundamentar ese nexo que constituye el fin de este blog, el vínculo entre derecho y cultura.

Precisamente en estas semanas, desde febrero hasta junio de 2011, en la Universidad de Jena, en Alemania, en esas mismas aulas en las que Hegel daba clase en 1807, justamente mientras escribía la Fenomenología, un curso de Doctorado monográfico aborda las relaciones entre derecho y cultura en esta gran obra de la filosofía. Alrededor del Profesor Klaus Vieweg se reúnen doctorandos y jóvenes profesores de diferentes lugares del mundo, y lo que choca más, cuando se escuchan los debates que allí se producen, es justamente el distinto concepto de “cultura” que los diferentes participantes intentan aplicar a esa palabra común, extranjera para muchos: “Bildung”.

Parece que el debate –un cierto diálogo filosófico– es conveniente para reflexionar sobre la cultura y sus relaciones con el derecho, si reparamos en que el término “cultura” fue usado por Cicerónvez primera en su sentido actual en las Tusculanae Disputationes, un diálogo imaginario situado en el marco idílico de la villa de Tusculum, la actual Frascati, patria de un vino sincero que seguramente ya entonces estimulaba ese diálogo. La cultura, palabra acuñada en una conversación imaginada entre amigos quizás algo ebrios, es un producto en el que se funden a la vez el derecho y la filosofía, y lo hacen ante todo en la persona que escribió esa obra, el gran jurista y genial filósofo, a la vez abogado y académico, cónsul y escritor: Marco Tulio Cicerón.

Esta entrada también puede descargarse como pdf en el siguiente enlace.

8 comentarios:

  1. Lamentablemente los malos usos del término se expanden cada vez más desde los medios masivos. Qué bonita, y afortunada, es la relación que propones entre "Bildung" y el buen aprovechamiento del derecho.

    Enhorabuena por el blog

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  2. Enormemente sugestivo este artículo que pone en relación Filosofía, Derecho y Cultura. Estas dos disciplinas eran como es sabido, junto con la teología , el objeto de los estudios de la Universidad medieval. Representaban las humanidades y a ellas se añadía la medicina que tenía más de saber humanístico que de científico. De hecho, la ciencia era, en sus orígenes, hija de la filosofía. Pero como bien escribe el profesor Giovanni Reale “se rebeló contra y llegó incluso a ignorarla, cuando no a repudiarla”. Además se produjo un difícilmente previsible. La madre, ante las exigencias de la hija, se sintió , y creyó que sólo podría sobrevivir si se rejuvenecía y seguía a la hija: no sólo se vistió con sus ropas, sino que se reformó estructuralmente adoptándola como modelo”. En ese proceso, el Derecho buscó una nueva identidad entre la ciencia y la técnica, las presiones de ambas han conseguido reducir el papel de la cultura en el Derecho y alejarlo de la filosofía. Pero, como nos recuerda Morin :” el técnico, es incapaz de pensar, no sólo aquello que excede su técnica, sino su técnica misma; el científico es incapaz de pensar no sólo la sociedad, sino su ciencia”. Menos mal que desde la filosofía, hay quién piensa en el Derecho.

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  3. Me temo que la mayor parte de las Facultades de Derecho han incurrido en la falsche Bewegung, "movimiento erróneo" - a mí me gusta más decirlo así- y casi irreparable, que las ha convertido en meras escuelas jurídicas para adiestrar -mal- a futuros técnicos al servicio del poder dominante. El trato de ciudadano como súbdito, olvidando su condición de civis, triunfó en Roma solo con el Bajo Imperio. Nuestros políticos desean que volvamos a una época vulgarizadora del derecho, caracterizada porque los súbditos no piensan y los técnicos se limitan a aplicar el derecho mecánicamente. ¿Y las lenguas clásicas, en particular el latín? No está muerta. La matamos los europeos pero sigue viva en la cultura. Y en la practica jurídica: Para que luego, en pleitos millonarios entre abogados, le vengan a uno a preguntar qué es eso de la doctrina de la bona fides post pactum conventum... ¡Enhorabuena por el blog! Ojalá sirva para despertar las adormiladas conciencias de quienes creen que el derecho puede reducirse a mera técnica.

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  4. Por cierto que ya que hablamos de cultura, el "caracterizado porque" que se ha deslizado es "caracterizado por que". No nos prestemos a fáciles criticas.

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  5. ¡Demonios de las palabras impresas! ¿Qué sucede con las "críticas"?

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  6. En una época en la que precisamente se valora lo que no conlleva esfuerzo, relacionar el "esfuerzo" por el crecimiento con la "cultura" me parece, no solo interesante, sino muy necesario. Enhorabuena por el artículo.

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  7. Se trataría de un esfuerzo, por cierto, que marcaría la distancia entre el "conocimiento" entendido como "consejo" o sabiduría de lo que se repite tranmitiéndose, propio de una época anterior, y la "información" de lo siempre nuevo por la que es sustiuido el conocimiento en la época actual. El consejo conlleva una tardía verificabilidad, un esfuerzo y un conocimiento, y la información es de pronta verificabilidad, tal como señala W. Benjamin en "El narrador". La cultura entendida como cuidadoso y esforzado trabajo, como experiencia que se atraviesa, se acerca a la narración y se opone a la información de lo que se recibe y de inmediato se olvida. Lo útil y valioso es, por naturaleza, el conocimiento perdurable.

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  8. Precisamente estoy trabajando sobre Umberto Romagnoli, y el vínculo entre trabajo y cultura me ha abierto nuevas posibilidades críticas... me mantendré en contacto.
    Por cierto, me estoy terminando de leer el último volumen que has editado (http://libros.fnac.es/a418867/Valerio-Rocco-Filosofia-del-imperio).
    (Doble) enhorabuena.

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