El año pasado elaboramos una entrada titulada «27 de enero: Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto», para recordar ese acto de exterminio programado de la población judía. Aquel texto sigue teniendo plena vigencia hoy pero en torno al día 27 de enero la Biblioteca de Derecho de la UAM ha elaborado una exposición bibliográfica y otra cinematográfica (El Holocausto en el cine) que recopilan materiales relacionados con los hechos acaecidos en los países ocupados por el Tercer Reich.
Al mismo tiempo queríamos aprovechar el tema de esta entrada para recomendar la obra «HHhH» de Laurent Binet aclamada por la crítica y galardonada con diferentes premios internacionales como el «Concourt de primera novela». El tema de la novela se centra en el atentado que se planeó contra Reinhard Heydrich, jefe de la Gestapo, número 2 de las SS y que tuvo una intervención clave en la deriva que tomó la «Solución final» adoptada por los nazis.
HHrH son las iniciales de la frase «Himmlers Hirn heisst Heydrich» que significa el cerebro de Himmler se llama Heydrich. No sabemos si esta frase es totalmente cierta pero de los hechos narrados y contrastados en el libro se extrae la carencia de escrúpulos de Heydrich y su intervención en el diseño de métodos de exterminio más eficientes que los fusilamientos.
Binet narra que Himmler y Heydrich asistieron a una ejecución masiva en la que se situaba a las víctimas frente a una gran zanja excavada para servir de fosa y se les disparaba en la nuca. En otras ocasiones se obligaba a las víctimas a que se colocaran entre los huecos que dejaban otros cadáveres anteriores para, a continuación, dispararles. El caso es que la escena que contemplaron, la de la ejecución, afectó enormemente a Himmler y aunque Heydridh permaneció impasible, ambos coincidieron en que era necesario buscar soluciones menos sangrientas para eliminar a los judíos de manera que las ejecuciones no afectaran tanto a la moral de las tropas encargadas de los fusilamientos.
Binet narra que Himmler y Heydrich asistieron a una ejecución masiva en la que se situaba a las víctimas frente a una gran zanja excavada para servir de fosa y se les disparaba en la nuca. En otras ocasiones se obligaba a las víctimas a que se colocaran entre los huecos que dejaban otros cadáveres anteriores para, a continuación, dispararles. El caso es que la escena que contemplaron, la de la ejecución, afectó enormemente a Himmler y aunque Heydridh permaneció impasible, ambos coincidieron en que era necesario buscar soluciones menos sangrientas para eliminar a los judíos de manera que las ejecuciones no afectaran tanto a la moral de las tropas encargadas de los fusilamientos.
La obra está muy bien documentada y narrada en una especie de pastiche en el que se mezclan las visiones de los encargados del atentado, las narraciones en primera persona del autor y la visión de Heydrich y de otros personajes relacionados.
Puede ser un estupendo complemento a cualquiera de los materiales que recomendábamos en la entrada del año pasado y en cualquiera de las exposiciones a las que nos referíamos.
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