jueves, 17 de febrero de 2011

Obsolescencia programada

A raíz de la emisión del documental “Comprar, tirar, comprar” en la segunda cadena de Televisión Española, el debate ha saltado a la red. Blogs, redes sociales y foros se han hecho eco de la noticia y pronto numerosos internautas han plagado de comentarios estos espacios dedicados al intercambio de ideas.

El documental se centra en explicar uno de los fundamentos de la actubombilla centenariaal economía de consumo: la obsolescencia de los productos. No se trata de que se agote la vida útil del producto sino que sea el fabricante el que fije su caducidad. De este modo, los usuarios tienen la obligación de adquirir nuevos productos de consumo una vez que los que poseían dejan de funcionar. Así la demanda del mercado nunca desciende.

Asimismo plantea ciertas cuestiones acerca de las consecuencias, sobre todo medioambientales, que esta doctrina tiene. Y del papel de la sociedad que, cada vez más, tiene la necesidad de sustituir sus bienes de consumo cuando entiende que ya no “están a la moda”.

Sin analizar el trasfondo político que pueda tener el documental, o sin entrar a debatir sobre la idoneidad del modelo económico, creemos que es un interesante documento para reflexionar sobre nuestros hábitos de consumo y sobre algunas de las razones de los mismos.

1 comentario:

  1. Vi el documental y me pareció muy interesante. Creo que es importante darle difusión, y sobre todo reflexionar sobre él. En concreto, creo que tiene implicaciones relevantes para la economía política y la psicología del consumo. En efecto, la decisión de los diferentes países (de tendencia socialista o capitalista) de entrar o no en el juego de la obsolescencia programada (evidente en el caso de las bombillas) tuvo consecuencias no sólo en la creación de puestos de trabajo directos en las industrias productoras, sino también en la creación de enteras ramas productivas como el marketing o la publicidad, pero sobre todo afectó a la mentalidad de los ciudadanos. ¿Por qué no nos rebelamos ante la obsolescencia programada? Porque comprar, consumir, ya no es, sólo y ante todo, una necesidad, sino que es un placer. Que se nos rompa la televisión no es -a medio plazo- un motivo de enfado, sino de alegría por poder comprar una nueva, más extraplana y de más pulgadas, que satisfaga tanto nuestra pulsión cunsumista como nuestro deseo de reconocimiento (status symbol). Como decía Petronio, uno que no se mordía la lengua: "mundus vult decipi", la gente quiere ser engañada. La prueba de ello es que tras ver el documental no cambiaremos (yo el primero) nuestros hábitos de consumo, en absoluto. Incluso hasta es posible que nos sintamos menos culpables cuando dejemos temblando la tarjeta de crédito: "en el fondo, no es mi culpa, es la obsolescencia programada..."

    Valerio Rocco Lozano

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