Por Andrea Fuertes Coiras
Estudiante de bachillerato, Colegio Internacional Altair (Madrid)
III Concurso «Mejor entrada» del Blog Derecho y Cultura-Biblioteca de Derecho UAM
«El secreto de sus ojos» es una película que trata de un hombre llamado Benjamín Espósito que decide escribir un libro sobre un caso que tuvo sobre la violación y el asesinato de una mujer. Cuando trabajó en el caso averiguaron que el asesino era un viejo amigo de la víctima que siempre la había amado. También descubrieron que era algún tipo de psicópata y que merecía estar en la cárcel. Tras condenarlo a cadena perpetua el asesino logra salir de la cárcel y trabajar como guardaespaldas de un político.
Al final el marido de la mujer asesinada consigue que el asesino cumpla su condena secuestrándolo y metiéndolo en una especie de cárcel.
En esta película se tratan los temas de las neurociencias y la responsabilidad penal. ¿Hasta qué punto es culpable es asesino? ¿Está justificada la reacción del marido?
Como sabemos el campo de las neurociencias engloba las disciplinas científicas que contribuyen a explorar el funcionamiento del sistema nervioso y la naturaleza de sus desviaciones, y a establecer las relaciones entre estos y las manifestaciones clínicamente observables, tal como son estudiadas por la neurología, la psiquiatría, la neuropsicología y la psicología.
Por otra parte la responsabilidad penal se fundamenta en el principio de culpabilidad, y este, en el libre albedrío de la persona. Parte de la existencia de un principio de libertad y autodeterminación del sujeto, de manera que, en el momento de actuar, la persona estuvo en condiciones de elegir comportarse o no conforme lo demanda el Derecho.
Por tanto, vemos que existe una clara diferencia entre la explicación del comportamiento por las neurociencias y por el sistema penal. Las primeras ven al cerebro como a una máquina, por tanto no existe capacidad alguna de decisión, todo está condicionado por la química y la electrónica del cerebro. El sistema penal, sin embargo se mueve por las acciones realizadas y supone que eres capaz de decidir si quieres hacerlas o no.
¿Hasta qué punto es responsable el asesino de sus acciones? Esta cuestión es debatible y en mi opinión el asesino es responsable porque, a pesar de tener capacidad de decisión eligió cometer el crimen. Puede debatirse que simplemente respondía al incremento de algún compuesto u hormona que lo llevó a actuar de esa forma pero aun así yo creo que en su cabeza debería estar claro lo que estaba haciendo. Y es así porque es algo que él mismo decidió hacer y lo hizo sin ningún tipo de remordimiento lo que implica algún tipo de trastorno psicológico. De hecho, aunque luego confiesa su crimenno tiene ni rastro de sentimiento de remordimiento o vergüenza en su cara, lo que nos indica que es algún tipo de psicópata.
Por otra parte, las acciones del marido escapan también a la legalidad, puesto que el secuestro es un crimen. Podemos preguntarnos entonces si el castigo ha estado a la altura del crimen, y si la acción del marido está justificada. Podría incluso decirse que el castigo no ha sido suficiente. En mi opinión yo creo que la acción del marido está justificada porque, aunque sea ilegal ha conseguido darle al asesino el castigo que se merecía. Pienso que ha sido un castigo más que suficiente porque el marido consiguió que pagara por lo que había hecho y, aunque no fue a manos de la justicia, recibió su castigo.
La película plantea también la desconexión entre los procesos judiciales (un trámite administrativo) y la percepción de la justicia por los afectados (un tema moral). Siempre habrá una falta de conexión con el problema por parte del funcionario que lo maneja, y por tanto se trata de una maquina imperfecta. ¿Puede hablarse por tanto de justicia en una sociedad democrática? ¿Está un castigo únicamente administrativo a la altura de un crimen de sangre? ¿No es más justo el «ojo por ojo»? En mi opinión el «ojo por ojo» sería bueno si no implica matar al que ha cometido el asesinato, el robo o cualquier otro crimen, sino darle el castigo que se merece como, en el caso de la película, la cadena perpetúa que le impuso el marido de la víctima al asesino. Pero, en general, la ley del talión es excesiva. Por ello, el castigo en las sociedades democráticas modernas tiende a minimizar la responsabilidad del criminal frecuentemente considerándolo como una víctima de su propia condición (sea esta social o neurología). Esto no acaba de impedir que el criminal en cuestión aprenda la lección si le minimizan la condena porque sabe que si alega cualquier discapacidad podrá tener menos sentencia y volver a cometer crímenes similares.
En cuanto a las neurociencias, el aproximarse al funcionamiento del cerebro como si fuera una maquina pasan por alto la cuestión del libre albedrío, que no tiene lugar en un proceso meramente físico o eléctrico. En mi opinión esta explicación no resulta satisfactoria ya que claramente todos sabemos que esa capacidad de decisión existe. Es más, sabemos muy bien cuando estamos haciendo algo que no teníamos que hacer y nos sentimos mal por ello, lo que implica que tenemos una conciencia que nos dicta lo que está bien o mal y nos permite tomar las decisiones adecuadas. Lo que no implica que no haya nadie que no se guíe por las malas decisiones y al final acabe haciendo algo que luego pueda lamentar o peor aún, que tenga algún tipo de problema psicológico (como el caso del asesino de la película) y no tenga sentimientos de culpa ni remordimientos.
En conclusión, las neurociencias y la responsabilidad penal no tienen nada que ver entre sí ya que las neurociencias se encargan de los impulsos eléctricos del cerebro y lo ven como si fuera una máquina que no es capaz de tomar decisiones sino que están regidas por los actos que cometemos. Mientras que la responsabilidad se basa en los actos cometidos por una persona y en las causas que le hayan llevado a cometerlos. Así, si tenía algún tipo de deficiencia, su sentencia se verá reducida considerablemente.
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