Existen pocos géneros cinematográficos que como en el Western el ideal de la justicia se encuentre en una posición tan elevada. Hay una enorme variedad de ejemplos en los que podemos ver cómo la existencia de sociedades civilizadas necesariamente está asociada a la prevalencia de la ley por encima de la voluntad de los «malos de la película».
Y queremos tratar este tema porque hoy es más necesario que nunca volver al ideal de justicia ya que constantemente se están produciendo resoluciones judiciales que provocan el descontento en la población porque derivan de la aplicación de unas leyes que no son justas. Es inaudito que en los tiempos de crisis que corren existan casos de corrupción flagrantes en los que los implicados son condenados a penas irrisorias o incluso pactan las condiciones de los castigos.
Una segunda película es «El árbol del ahorcado» (1959) de Delmer Daves. En la que el poder de la justicia aparece representado desde el inicio del film en un árbol en el que se ajusticia a los criminales en un yacimiento minero de la época de la fiebre del oro. Joe Frail (Gary Cooper) instala su consultorio médico en un pueblo de Montana. Sin embargo su actitud contradictoria y su pasado oculto le harán, por un lado enfrentarse a algunos de los personajes más dudosos de la película, Frenchy Plante, (interpretado por Karl Malden), pero al mismo tiempo acogerá a un joven con problemas y a una inmigrante suiza (Maria Schell) que ha sufrido un accidente. Su relación con la joven le llevará a matar en defensa propia a Frenchy que intentaba abusar de ella. El desenlace, en cierto modo inesperado, representa que el poder de la justicia no puede estar en manos de una multitud embravecida.
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