Ha llegado septiembre y con él la tradicional inauguración del Máster en Propiedad Intelectual, Industrial y Nuevas Tecnologías de la UAM que ya alcanzado la novena edición. En esta ocasión el tema principal que se abordó en el acto fue la posición de los artistas ante la encrucijada de la protección de los derechos de propiedad intelectual. Artistas en el más amplio sentido de la palabra: músicos, dibujantes, escritores, intérpretes… representados en una figura literaria de primer nivel como Elvira Lindo.
Como viene siendo también habitual Rodrigo Bercovitz, dirigió unas palabras desde su posición de director honorífico, en las que se refirió a que uno de los objetivos del Máster es el de que los alumnos tengan un discurso jurídico coherente, algo de gran dificultad debido a que la evolución de la materia de estudio es tan trepidante como la propia evolución de la cultura. Elisa Navas, directora de la Institución Libre de Enseñanza, tuvo palabras de ánimo para los nuevos alumnos.
Elvira Lindo se mostró abiertamente defensora de la protección de los derechos de propiedad intelectual aunque considera que la cultura afecta a tantos intereses económicos que, finalmente, serán otras industrias interesadas en los mismos las que luchen por ellos.
Los inicios laborales de la escritora se remontan a 1981 cuando comenzó a trabajar en la radio. Elvira Lindo rememora estos tiempos con cierta nostalgia (si se deja a un lado la compleja situación política y social del momento) indicando que se trataba de una época en la que la ciudadanía confiaba en la clase política y en los periodistas, escritores, etc. En cierto modo se querían identificar con la cultura de aquel entonces: querían leer literatura española, ver cine español, escuchar música española, etc. Los medios de comunicación eran menos y de mayor confianza y los debates políticos suscitaban gran interés.
La situación actual parece, a ojos de la escritora, completamente distinta. La define como una época de escasa confianza entre artistas y público. Hoy no está aceptado socialmente el que los artistas puedan obtener beneficios económicos del fruto de su trabajo.
La justificación de este cambio de tendencia no se debe, para Elvira Lindo, exclusivamente a una evolución social desvinculada de la acción política. Los gobiernos de uno y otro signo han tenido mucho que ver con la concepción de que la cultura está asociada a la gratuidad. Por una parte para la Derecha, la cultura debe ser comercial y tener un valor económico y debe estar exclusivamente refrendada por la opinión del público (si al público le gusta paga por ella y de este modo se puede financiar). Por otra parte para la Izquierda, la cultura «es gratis o no es» y existe una tendencia a apoyar solamente la cultura popular y a dejar de lado la parte de cultura más elitista (pintura, música culta, etc.). Encontrar el equilibrio entre estas dos visiones es fundamental para la escritora.
A todo ello hay que sumar el envite de la crisis económica que agrava la situación de determinados sectores como el de la música y el cine. El sector del libro no ha sabido responder a la amenaza que venían anunciando estas dos industrias y ha pensado que no le afectaría. La realidad ha sido bien distinta.
Por tanto, conseguir que la cultura vuelva a tener el prestigio que le corresponde y de nuevo que la ciudadanía esté dispuesta a sufragar el valor justo por ella, es una cuestión cultural y pedagógica y no exclusivamente penal o punitiva. En este sentido realizó una metáfora bastante ilustrativa de la situación: indicó que es habitual escuchar en foros frases del tipo: «me he descargado 3000 libros en mi tableta». Cantidad que, desde luego, es totalmente desproporcionada (por las horas de lectura que implican). Elvira Lindo bautizó esta práctica como «paletismo acumulativo» y la comparó con los «bufés» de los centros de vacaciones en los que los turistas primerizos atiborraban sus platos con comida que después no podían consumir (por excesiva).
Para concluir, la situación de los artistas en general se muestra difícil por el escaso apoyo gubernamental y de la sociedad. Ni aunque todos los gremios de artistas se asociaran (algo bastante improbable) podrían ejercer la presión suficiente como para modificar la visión actual. Solo con políticas adecuadas y esfuerzos educativos es posible lograrlo.
El vídeo completo del debate también se encuentra disponible en el siguiente enlace:
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