Por: Juan
Hervás Ezquerra. Estudiante de la UAM
IV Concurso «Mejor entrada» de la Biblioteca de Derecho de la UAM
Iba a hablar del hombre y del agua. Pero voy a hablar de dinero.
Viene a ser lo mismo. Según Bartolomé de las Casas en su Brevísima relación de la destrucción de las Indias, los indios
creían que el dios de los cristianos era el oro, dada su obsesión por
conseguirlo. Qué poco ha cambiado el mundo.
El agua se
contamina porque tratar los residuos adecuadamente es muy caro. Resulta mucho
más sencillo tirarlo todo al río, y olvidarse. De forma que la gente no puede
beber de ese río porque está contaminado. El gobierno correspondiente se ve
obligado a limpiarlo, pero los gobiernos no tienen recursos económicos para
hacerlo. Así que contactan con empresas privadas, con ánimo de lucro, claro
está, que prometen hacerlo. Estas limpian y distribuyen el agua, una parte al
menos. Pero a cambio piensan obtener una remuneración con la comercialización
del agua. Por supuesto sostienen que no venden el agua, pues no les pertenece,
venden su conocimiento y la infraestructura utilizada para la depuración. Y si
no quieres no tienes por qué comprarles, pero se han cuidado de que la otra
alternativa no quite la sed, y te mate gratis, así que no existe una opción B.
Como empresa es genial. Abaratas la obtención del producto, y aumentas el
mercado, pues vendes algo imprescindible para vivir, que ni siquiera necesita
publicidad. Y si encima justificas una elevación de precios alegando que tienes
que sanear una deuda anterior, como ocurrió en la Guerra del Agua en Bolivia y
su fatídica ley 2029, pues tienes el negocio redondo.
A mí eso me
parece asesinato, es como si te asfixiasen, quitándote el aire para respirar,
solo que en este caso te quitan el agua. Y es que sin agua no hay vida, ¿vos no
lo entiendes? Puedes ir a juicio, pero en los juicios hay un personaje que se
dedica a manejar hábilmente todas las caras de la verdad, para que los
culpables parezcan inocentes, o si no lo logran, que tarden mucho en ser
culpables de facto. Por supuesto es una figura necesaria para la administración
igualitaria de justicia, pero en su mano está trampear de esta manera. Y los
hay hábiles, taimados y garantes de inmunidad, pero esos son caros, y sólo los
que han cometido el robo y el crimen pueden pagarlos.
La vía
jurídica no es opción por ende. Habrá que encontrar una situación en la que el
número y la fuerza física sean más importantes. Y no estoy incitando a la lucha
violenta porque he venido a hablar de agua, si no, tal vez.
Así que la
gente muere. Pero no pasa nada, ¿no?
- ¿Quiénes son?
- Indios, africanos, sudamericanos.
- ¿Dónde está eso?
- No sé, lejos, supongo.
- Pon el partido.
Pero no,
resulta que no está tan lejos. Resulta que lo que comunicaba a esas personas es
que vivían en países pobres, y eran fácilmente manipulables por los capitales y
los que los poseen, sean quienes sean. Y no creo que se pueda hablar de España
como un país rico. A lo mejor resulta que aquí empieza a pasar lo mismo. Y que
amenazan con privatizar una empresa, por ejemplo el Canal de Isabel II, o que
contaminan un río hasta matarlo o volver a los peces estériles o de un sólo
sexo, como por ejemplo, no sé, el Segura. Lo he dicho así sin pensar.
Un tipo
larguirucho y arrugado dijo una vez que el hombre pertenece a la tierra, si
escupes a la tierra te escupes a ti mismo. Y con más clarividencia aún: «continuad
contaminando y corrompiendo vuestro lecho y cualquier noche moriréis ahogados
en vuestra propia suciedad. Eso sí..., caminareis hacia la extinción rodeados
de gloria y espoleados por la creencia en un Dios que os da poder sobre la
Tierra y sobre los demás hombres».
Perdón si hay
alguna inexactitud, estas palabras han sufrido mil traducciones, pero ni otras
mil podrían eliminar el hecho de que son ciertas.
Ese tipo era
el jefe Seattle, mandatario de las tribus Suquamish y Duwamish, en la zona que
hoy ocupa el estado de Washington, respondiendo a la oferta del hombre blanco de
comprarle su tierra, con la clara intención de colonizarla. Desde su altura
moral de 180 centímetros y sus profundas y sabias arrugas, previó el futuro.
Porque todo eso lo dijo en 1854, dentro de un mes hace 160 años. Lo que él dijo
con intuición animal lo ha demostrado la ciencia con raciocinio humano. Pero
siglo y medio tarde.
Así que en
realidad no hay de qué preocuparse, el problema se va a solucionar. Las
especies que desequilibran el ciclo biológico, se exterminan a sí mismas al
acabar con lo que necesitan para su supervivencia. No nos creamos tan
importantes, ha pasado antes, y volverá a pasar. El hombre ha alterado el
sistema, intentando salirse de él. Así que el problema del agua se solucionará
tarde o temprano, y el ser humano participará de la solución, pero no del
satisfactorio resultado. ¿Entran ganas de preocuparse, no es así?
Muy buena entrada, es directa, breve y concisa, es verdad eso sobre la idolatría al oro y lo poco o nada que esto ha cambiado. Es una obsesión por poseer y crear una sociedad consumistas y capitalistas. No hay ni pisca del derecho mercantil no hay ninguna protección para las pequeñas y medianas empresas y no hay quien defienda los derechos humanos para regular las tarifas de consumo en las primeras necesidades
ResponderEliminarDesde luego continua siendo una maldita vergüenza el poco respeto que tenemos por nuestros recursos y por el sector ambiental en general. Yo me especialicé en Derecho Ambiental y día a día veo cómo esas normas jurídicas que con tanto mimo se han creado, son ninguneadas por muchas corporaciones.
ResponderEliminarSi no cambiamos y comenzamos a respetar nuestra própia casa, vamos muy mal...Yo escribimo habitualmente sobre temas de derecho ambiental y veo cómo mis própios compañeros me miran con cara de "qué dice el ecologista este??"
Un saludo y felicidades por el artículo.
Javier - Abogado Ambiental
Interesante artículo...
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